domingo, 31 de março de 2013

Claudio Rodríguez (II)

Ajeno

Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.


§

Alheado

Longo se faz o dia a quem não ama
e o sabe. E ele escuta o tanger
curto e duro do corpo, a sua decrépita
canção, soando sempre a distância.
Fecha a porta e deixa-a bem fechada;
sai e, por um momento, cai de joelhos
ao chão. Mas a madrugada,
com perigosa generosidade,
o refresca e o ergue. Está muito clara
a sua rua, e palmilha-a com pé escuro,
e coxeia em seguida porque anda
apenas com a sua fadiga. E diz ar:
palavras mortas com a sua boca viva.
Prisioneiro por não querer, abraça
a sua própria solidão. E está seguro,
mais seguro do que ninguém porque nada
possuirá; e ele bem sabe que nunca
viverá aqui, na terra. A quem não ama,
como o podemos conhecer ou como
perdoá-lo? Dia longo e ainda mais longa
a noite. Mentirá ao tirar a chave.
Entrará. E nunca habitará a sua própria casa.


Claudio Rodríguez, Alianza y Condena
- trad. minha